Unha ración de cebolas
Demoledor e lucidísimo o artigo de Suso de Toro, hoxe en El Pais, sobre “a nosa enfermiza relación co pasado”. Non hai dúbida, como afirma Suso no texto, de que “cando o camiño da escrita literaria vai ata o límite provoca dor, sobre todo a quen escribe”.
Totalmente de acordo.
Boto, en todo caso, en falta (ademáis dunha maior atención á puntuación) a referencia a Cunqueiro, que, ata máis tarde aínda que o propio Torrente, participa como “afecto” falanxista, sen demasiados atrancos, en toda a prensa do réxime, incluido ser director do Faro de Vigo. http://cvc.cervantes.es/actcult/cunqueiro/biografia
unha con afán documentalista…
alguén me pode decir cal era o nome da revista que Torrente dirixía? e tamén ¿en qué anos?
graciñas
Lucidísimo artigo o de Suso de Toro. ¡Canta razón leva! Moitas veces matinei na personalidade de Torrente, un escritor dez, con ese historial político que tan pouco lle honra. Lembrei a outro dos grandes, Unamuno,que dicía facer coas ideas o que cos zapatos “Las uso mientras sean útiles, luego las tiro. Nunca falta quien las recoja” É decepcionante descubrir que intelectuais de tal categoría no fondo, non foran máis que simples vira chaquetas.
Home, postos a sermos honestos, creo que lle sobran uns cantos anacolutos e un par de relecturas para evitar a pésima puntuación.
Ademais, está moi na liña de “escritor moral”, que eu nunca saberei o que é iso na postmodernidade postnietzscheana. O castelán de Suso é pésimo e desde hai varias décadas notáselle que vai a toda presa, que escribe sen parar. Hiperprodución no hipermercado literario. Calma e a modiño. Como dixo Ana Obregón, o importante é a calidade e non a audiencia. Tempos!
E que Cunqueiro, grandísimo escritor, ten bula galeguista.
¿”Demoledor”? ¿”Lucidísimo”? Non comparto ningún dos dous adxectivos cos que califica vostede este menos que mediocre artigo de Suso de Toro. Mediocre non só pola súa abraiante redacción. Tamén pola súa motivación principal(responderlle ao crítico que pon mal a súa novela)e pola lixeireza frívola e inxusta coa que avalía as traxectorias de Dionisio Ridruejo e do propio Torrente Ballester, desposuído dende 1960 do seu traballo como profesor de Historia e do seu estatus de colaborador dos diarios oficiais (todos).
Outro e Dardo tiraronme as palabras. Concordo con todo o que din. O artigo é mediocre e superficial, e ademais está moi mal escrito e peor puntuado.
¿Demoledor? ¿Lucidísimo? El artículo de Suso de Toro es patético e infame, como su literatura. Si Casares levantara la cabeza lo mandaba a freir monas al curilla revenido ese.
De pasar pola picota en xuízo de traxectoria ideolóxica de Torrente -que non está para se defender- que o faga de todo o galeguismo de postguerra.
Por certo, de Toro, Brétemas e toda esa xeración nacida nos 50-60 terá pronto que pasar a xuízo para a nova xeración que vén detrás.
Un apunte, por que un bo escritor ten que pasar a ser “intelectual” para ter un cacho máis de sona?
Non está de Toro a facer o que aparentemente critica de Torrente?
Toro confunde ser escritor, que o é, con ser intelectual, que non o é. E como cada vez máis pretende ir do segundo, o resultado habitual é a debacle máis absoluta.
Por poñer un exemplo.
É o caso dun bo pintor, moi intuitivo, moi creativo, pero que ten lido pouco e ten unha formación teórica deficiente. Porque dos libros de arte, o que máis lle interesa é ollar os “santos” e non ler estudos e ensaios sobre arte.
E, en chegado un momento, este pintor pretende dar leccións de historia da arte, pretende teorizar sobre a arte, pensando que como é pintor xa pode pontificar nestes aspectos. E cae no ridículo ou na simpleza con máis frecuencia da que sería de desexar.
Moi bo pintor, nulo especialista en arte.
Pintar cadros é o seu, é o que mellor sabe facer.
De aí que cando fale de historia da arte debería ser moito máis cauto e humilde… porque O Bosco non é un pintor impresionista, como dixo algunha vez.
CARTAS AL DIRECTOR EL PAÍS
Desde la universalización de la culpa como estado natural de los humanos hasta la idea de que sólo la izquierda podía ser antifranquista, el artículo de Suso de Toro sobre las cebollas contiene unas cuantas extravagancias sorprendentes. Lo bueno es que contiene también unas cuantas verdades sobre la memoria tartamuda de Torrente Ballester, siempre remiso a aceptar su falangismo desde la guerra (facilísimo de probar con sus artículos en Arriba, y sus protestas escritas de lealtad nacional-sindicalista); lo malo es que lo mezcla con alguna pueril desinformación sobre algún otro personaje al que tampoco le redime ni la rectificación biográfica y vital que emprende al menos desde 1956 ni la confesión explícita e inculpatoria de su camino equivocado al menos desde 1961, en el prólogo a Escrito en España (hablo de Ridruejo). Ya es raro que para defenderse de los ataques que recibe hoy Suso de Toro desde la derecha montaraz necesite remontarse hacia protagonistas del pasado que precisamente padecieron un semejante acoso de la derecha franquista (quiero decir la del Fraga Iribarne de entonces).
Tanto Fraga como los exiliados León Felipe o Max Aub se habían enterado, hace ahora medio siglo, en el mismísimo año de 1956, de esa rectificación explícita y de la condena del fascismo por parte de quien lo había convocado y difundido.
JORDI GRACIA
CARTAS AL DIRECTOR DE EL PAÍS
Había leído un artículo reciente en estas mismas páginas de Jordi Gracia en el que matizaba, comentaba, corregía comentarios o artículos de otras personas que habían escrito sobre la memoria colectiva, así que esperaba que dijese algo sobre mi “ración de cebollas”.
Sé que es una autoridad en la materia y reivindicador de la figura de Dionisio Ridruejo, pues previo al trabajo de la ficción leí algún que otro documento en hemeroteca y libros, entre ellos, alguno del profesor Gracia pero también del propio Ridruejo. Y lamento que en su celo no haya tenido tiempo de leer mi artículo entero, pues hay un párrafo completo donde le reconozco a Ridruejo ese carácter casi único de, siendo uno de los responsables del fascismo español, reconocerlo como un error y esforzarse por decirlo a la sociedad. Le reconozco su idealismo, honradez y valor. Aunque también señalo que le faltó el reconocimiento de la culpa, algo que tiene un carácter vivencial profundo pero también un sentido moral. No fue capaz de expresar el peso de la culpa, si la sentía, por, entre otras cosas, su decisivo papel en la creación de la División Azul, que integrada en el Ejército alemán participó en el ataque a Rusia. Pues “Rusia era culpable”, y ello llevó muerte a rusos y españoles. Con responsabilidades tan grandes me asombra un poco su autocrítica tan deportiva, donde no percibo pesar alguno.
Por otro lado, atendiendo a la indicación del señor Gracia, he vuelto a leer las Explicaciones de Ridruejo, previas a su libro Escrito en España, y me afirmo con más convencimiento en esta idea.
Pero el señor Gracia considera “extravagante” el traer la culpa a colación, como nos la ha traído el señor Günter Grass. Pero el tema de mi artículo no era Torrente o Ridruejo, quería ser específicamente la culpa. En Alemania sería impensable trivializar el papel de la culpa en la formación de la memoria y conciencia colectiva, aquí se nos dice que es extravagancia y puerilidad. Somos capaces de encontrar cualquier disculpa para evitar hablar de la culpa, somos así en este alegre país que no la conoce.
Lo único que rectificaría del artículo publicado es la palabra “egoísta” que, debido a corrección celosa, perdió la t de “egotista” con la que califiqué a Ridruejo. Por lo demás, uno agradece lo de la extravagancia, que significa vagar por fuera, andar por libre. Ya me gustaría.
SUSO DE TORO
Regatear la ejemplaridad moral a Ridruejo frente a Günter Grass invierte los términos de una manera bien extraña: el sentimiento de culpa profunda de Grass parece justificar ahora su largo silencio, mientras que la valentía para condenar y explicar abiertamente su pasado fascista rebaja a Ridruejo de personaje trágico a mero deportista de la autocrítica (dado el tono que le atribuye Suso de Toro). Por lo demás, me dejará seguir pensando que el sentimiento de culpa es una afección de matriz religiosa e irracional, y que lo que moralmente puedo exigir de los demás no es que sientan todo lo profundamente que quieran la culpa, sino que sean responsables, veraces y consecuentes con sus actos y decisiones.
Ésa es la integridad que demostró con hechos y palabras Ridruejo, pese a que Suso de Toro, que debe de ser un juez moral mucho más exigente que yo, crea que no fue “una autocrítica verdadera”. La entrega al martirio no hace más veraz ni más honrado a nadie; lo hace sólo penitente.
Ridruejo explicó de muchas maneras y muchas veces cómo se hizo fascista y cómo asumió el error de serlo, y pedir disculpas por haberlo sido es lo que hizo durante sus últimos 20 años, mientras entraba y salía de comisaría y andaba de un lado para otro haciendo un partido con dos o tres docenas de socialdemócratas mal contados. Y como es un asunto que me pirra, no voy a discutir ahora si este país ignora la culpa, como dice Suso de Toro. Yo lo veo al revés: lleva toda su historia aprendiendo de la Iglesia católica a manosearla de tal manera que ha perfeccionado increíblemente el sistema para neutralizarla en privado, confidencialmente… Justo lo contrario de lo que hizo Ridruejo.
JORDI GRACIA